La Pintura Barroca Española: Contexto y Características

Durante el siglo XVII, la pintura se convirtió en la manifestación artística más destacada del Barroco español. Aunque influida por Italia y Flandes, desarrolló una personalidad propia, caracterizada por el realismo, la espiritualidad y una profunda expresividad.

En la primera mitad del siglo, dominó el naturalismo tenebrista, inspirado por Caravaggio, con escenas de fuerte claroscuro. Hacia 1650, se impuso un realismo barroco más equilibrado, que mezcló influencias flamencas y venecianas. La temática religiosa siguió predominando, ya que los encargos provenían principalmente de la Iglesia, muy poderosa en España. El retablo continuó siendo una forma tradicional de presentación. La pintura mitológica o profana fue menos común, salvo en encargos reales o aristocráticos. En cambio, los retratos y bodegones gozaron de gran éxito.

Francisco de Zurbarán (1598–1664): El Maestro del Naturalismo Tenebrista

Zurbarán, pintor extremeño formado en Sevilla, destacó por su dominio del tenebrismo y el naturalismo. Fue un pintor religioso por excelencia, especialmente apreciado por órdenes monásticas, ya que supo plasmar la espiritualidad y el misticismo del ambiente conventual. Sus obras, casi siempre en espacios cerrados, estuvieron marcadas por una fuerte carga emocional y religiosa.

Además, Zurbarán trabajó el bodegón, tratado con gran realismo y simbolismo. Utilizaba grabados alemanes, flamencos e italianos como base de composición. Su estilo, influido por Caravaggio, se aclaró ligeramente tras su paso por Madrid y más aún en sus últimos años, por influencia de Murillo.

Entre sus primeras obras destacaron las realizadas para conventos sevillanos, como La Apoteosis de Santo Tomás de Aquino, de composición compleja con un plano celestial y otro terrenal. En 1634, participó en la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.

Sus encargos más destacados fueron:

• Fray Gonzalo de Illescas
• La Tentación de San Jerónimo
• La Misa del Padre Cabañuelas
• La Virgen de los Cartujos

En su etapa final, Zurbarán pintó obras para la devoción privada con temas delicados como Inmaculadas, Vírgenes o la Sagrada Familia. También destaca su Bodegón con cacharros (1650), donde ennoblece objetos cotidianos mediante una pincelada precisa y detallista, otorgando dignidad a lo humilde.

Diego Velázquez (1599–1660): El Genio del Realismo Barroco

Velázquez fue el gran genio de la pintura barroca española y uno de los máximos exponentes del arte europeo. Dominó el uso de la perspectiva aérea, que crea profundidad mediante luz y color. Pintó todos los géneros, incluso aquellos raros en España como los desnudos y los temas mitológicos.

Etapas de su Obra:

1. Etapa Sevillana (hasta 1623)

   Aprendió en el taller de Francisco Pacheco. Pintó escenas cotidianas con gran realismo, colores oscuros y técnica tenebrista. Ejemplos:

   • Vieja friendo huevos
   • Cristo en casa de Marta y María

2. Primera Etapa Madrileña (desde 1623)

   Ya en la corte, realizó retratos del rey Felipe IV. Aclaró su paleta influido por Rubens y la pintura veneciana. Ejemplo:

   • El Triunfo de Baco (o Los Borrachos)

3. Primer Viaje a Italia (1629–1631)

   Su estilo se hizo más fluido. Ejemplo:

   • La Fragua de Vulcano, donde representó dioses como trabajadores comunes, combinando mitología con realismo.

4. Etapa de Madurez en la Corte

   Pintó grandes obras para el Salón de Reinos como:

   • La Rendición de Breda (o Las Lanzas), que mostró dignidad en vencedores y vencidos con gran equilibrio compositivo.

   También destacaron los retratos de bufones como:

   • El Niño de Vallecas
   • Juan Calabazas

5. Segundo Viaje a Italia (1648)

   Realizó el famoso Retrato del Papa Inocencio X, ejemplo de su maestría psicológica.

Obras Maestras de Velázquez:

• La Venus del espejo: Único desnudo femenino en su obra, delicado y sensual.
• Las Hilanderas: Basada en la fábula de Aracne y Atenea, donde integra mitología y vida cotidiana en dos niveles narrativos.
• Las Meninas: Su obra cumbre, en la que se representa a sí mismo pintando a los reyes reflejados en un espejo, mientras la infanta Margarita es rodeada por su corte. Es una compleja escena de realidad y representación, perspectiva y movimiento suspendido.

Bartolomé Esteban Murillo (1617–1682): La Dulzura y Espiritualidad del Barroco

Murillo, también sevillano, fue muy popular en vida. Comenzó con el naturalismo, pero suavizó sus formas para dotarlas de dulzura y calidez, incluso en escenas tristes. Su tratamiento de la luz fue cercano al de Rembrandt. Pintó sobre todo temas religiosos, con gran misticismo humano, y escenas costumbristas infantiles, que gozaron de gran éxito entre comerciantes extranjeros.

Sus obras religiosas, como La Inmaculada de El Escorial, definieron el modelo iconográfico del tema. También representó escenas domésticas con ternura, como en La Sagrada Familia del Pajarito, donde Jesús Niño juega como un niño cualquiera.

Su pintura costumbrista se centró en niños pobres, con obras como:

• Niños comiendo uvas y melón
• Niños jugando a los dados
• Niños comiendo tarta

Estas obras reflejaron la realidad social de la Sevilla del siglo XVII, pero con una mirada amable y humana. También combinó escenas infantiles y religiosas, como en Los Niños de la Concha, donde Jesús da de beber a San Juan Bautista con una concha, rodeados de ángeles. Murillo representó así un barroco más accesible, humano y emocional, muy cercano al pueblo y de gran influencia posterior.

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