19 Dic

PROBLEMA DE LA ÉTICA:


Platón insistirá en el destino del alma después de la muerte, porque habla de la necesidad de que el hombre se purifique mientras viva, puesto que, en caso contrario, se verá obligado a sucesivas encarnaciones (transmigraciones) en otros cuerpos, a caer en metempsicosis hasta conseguir esa purificación.Ahora bien, ¿cómo se purifica el hombre?, ¿cómo ha de comportarse para librarse del ciclo de las transmigraciones? A la hora de señalar cuál ha de ser el ideal del comportamiento humano, Platón afirma que el alma superior, que es la racional, debe someter y dirigir a las otras dos almas, a la concupiscible y a la irascible, y dedicarse a su actividad propia, que es el conocimiento.El perfeccionamiento del hombre consistirá en que prevalezca en él, cada día más, el elemento racional sobre el pasional y el instintivo. Al desarrollarse el elemento racional, mediante la educación, se obrará mejor (el intelectualismo moral de Platón dictaba que quien obra peor, no es por maldad, sino por ignorancia). Entonces, el ideal de la vida humana consiste, para Platón, en que el alma racional se dedique al ejercicio de la actividad que le es propia: la racionalidad. Pero, para dedicarse el hombre a la contemplación, necesita ser virtuoso. La virtud, por tanto, es necesaria para conseguir la sabiduría. ¿En qué consiste esa virtud? En que el alma racional domine a las almas irascible y concupiscible, de acuerdo con el ideal del comportamiento humano. Cuando esto ocurre, el hombre alcanza la sabiduría, el hombre se realiza plenamente y alcanza la felicidad, y camina hacia su perfección, aunque nunca la consiga totalmente por el lastre que le supone el cuerpo.Para llegar al perfeccionamiento total, a la purificación, el hombre tendrá que aplicar la dialéctica, para ascender desde el conocimiento sensible (doxa, opinión) hasta la verdadera ciencia de lo suprasensible (ciencia, epistéme), para que el alma se desprenda del cuerpo y se aleje del mundo sensible para llegar al conocimiento verdadero. De esta manera, el hombre llega a la captación de la idea misma de Bien y podrá obrar bien.

PROBLEMA DE LA POLÍTICA:


Como habíamos nombrado, el alma estaba dividida en alma racional, irascible y concupiscible. En la sociedad hay tres estamentos distintos, cada uno de los cuales corresponde a una de las almas del individuo: los gobernantes, los guardianes y los productores. En la organización social son los gobernantes los que deben dirigir a los guardianes y a los productores. La sociedad sólo alcanzará y permitirá al individuo alcanzar la justicia en la medida en que cada uno de los grupos sociales cumpla adecuadamente con sus funciones fundamentales y consiga sus virtudes. Para ello, Platón en su Academia le dio mucha importante a la paideia (o educación) de los niños y niñas, para que éstos, ya desde temprana edad, se dedicasen exclusivamente y de manera incesante a la labor (de las tres propuestas) que más se correspondiese con ellos. La virtud de los gobernantes será la sabiduría, la prudencia. La virtud de los guardianes será la valentía, y la virtud de los productores la templanza. Como los filósofos, mediante la dialéctica, la virtud y la sabiduría, son los que han contemplado la idea de Bien, el Bien en sí mismo, son ellos los únicos capacitados para gobernar en la sociedad.Entonces, cuando cada uno cumpla con sus funciones y consiga su respectiva virtud, sin inmiscuirse en el campo de los demás, se dará el equilibrio social y se realizará la justicia. Es decir, se podrá llegar a la sociedad justa que buscaba Platón.

PROBLEMA DE LA REALIDAD (y el Demiurgo):


Si el hombre puede poseer conocimiento necesarios, universales e inmutables, es porque existen objetos reales que son necesarios, universales e inmutables. Sin embargo, la experiencia le dice al hombre que, en el mundo en el que vive, todas las cosas son particulares, contingentes, cambiantes (visión del mundo de Heráclito recibida a través de Crátilo). A este hecho se une una concepción de la naturaleza, según la cual, todas las realidades se encuentran en cambio continuo. Como consecuencia de todo ello, Platón afirma que, además del mundo sensible en el que vive el hombre (particular, contingente, en continuo cambio), existe otro mundo cuyos objetos son necesarios, universales e inmutables: el mundo de las ideas. La constitución de un saber científico (epistéme), supone la realidad de las ideas.A cada clase de objetos que existen en el mundo sensible corresponde una idea o esencia en el mundo de las ideas, y esta idea es la auténtica realidad. El mundo sensible es, pues, una realidad de segunda clase que únicamente «es» en la medida en que participa del mundo ideal. Las ideas pues son objetivas, universales, inmutables, indivisibles, eternas y se encuentran jerarquizadas, existiendo una Idea que posee un rango tan elevado que las abarca a todas, el Bien (aunque en su vejez será la idea de lo Uno).Platón dedica una de sus últimas obras a explicar su concepción del mundo sensible, que es una imagen, una copia de la idea a la que tiende a imitar sin conseguirlo nunca.Platón, sobre cómo ha podido crearse la realidad, el mundo (el concepto de creación no existe en la cultura griega), sugiere que el Demiurgo (un ser sumamente inteligente y bueno, que ha existido desde siempre) ha actuado sobre una materia caótica, que existía desde siempre, y la ha sacado de su estado de confusión y desorden para llevar a un estado de orden. El Demiurgo ha introducido un orden en la materia caótica. Y, para hacerlo, se ha servido como modelo de unas ideas que también existían desde siempre, proyectándolas sobre la materia.


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