08 Feb

– El condicionamiento operante difiere del clásico de Pávlov porque en este último puede que un sujeto no tenga la intención deliberada de cambiar su conducta (puede sucederle sin querer, al asociar dos eventos), mientras que en el primero entra en juego el comportamiento voluntario: se basa en la idea de que una conducta puede servir como instrumento para producir determinadas consecuencias (de ahí su nombre). Dicho de otro modo: las respuestas del sujeto no funcionan solo porque le condicione el ambiente, sino que él mismo puede llegar a emitirlas para modificarlo u operar sobre él. Si lo que hace le produce un resultado satisfactorio, tenderá a repetirlo porque se verá reforzado (de ahí el valor de administrar recompensas para promover las conductas adecuadas). En todo caso, se entiende que cualquier sujeto es capaz de controlar muchas de sus conductas: el tipo de respuesta, la frecuencia con que se producen, etc. Los procedimientos básicos del condicionamiento instrumental u operante son estos:  Refuerzo positivo: proporcionar un premio –material, verbal, etc.– que incremente la frecuencia de la respuesta deseada (en el experimento de Skinner, una galleta cada vez que la rata accionase la palanca). Cuanto mejor es el premio, más esfuerzo realizará el sujeto. Eso sí, si su entrega se demora demasiado, dejará de funcionar. 4  Refuerzo negativo: el premio aquí es que un estímulo aversivo, desagradable para el sujeto, pueda desaparecer. Así, realiza la conducta para evitarlo o escapar de él. (Me porto bien para que me levanten el castigo)  Entrenamiento por omisión: suprimir el suministro de refuerzos para que una conducta no siga repitiéndose.  Castigo positivo: aplicar una consecuencia aversiva o indeseada a un comportamiento inapropiado.  Castigo negativo: impedir la posibilidad de recibir recompensas. 
 En primer lugar, recordar que el conductismo se centra más en la conducta “externa” u observable, intentando medirla o cuantificarla, mientras que el cognitivismo se centra más en los procesos “internos” o representaciones mentales (percepción, inteligencia, emociones, memoria, etc.). Por otra parte, debido a lo que comentábamos en la pregunta anterior (la respuesta es más “mecánica” en el caso del condicionamiento clásico, y voluntaria o deliberada en el caso del instrumental u operante), el papel del aprendiz también es distinto en cada caso: en el primero se le considera más pasivo (simplemente reacciona a su asociación de estímulos), mientras que en el segundo se le considera más activo (emite una respuesta para provocar nuevos estímulos o efectos específicos). Por lo demás, en el caso del condicionamiento clásico el reforzamiento tiene que producirse antes para que se logre la conducta (presentar muchas veces el alimento y la campanilla juntos), mientras que en el instrumental u operante se produce después (según cómo sean las respuestas o conductas, se presentará o no un estímulo o acontecimiento reforzante)


El “Ello” sería nuestra parte más primitiva, oscura, irracional e impulsiva. Es una reserva de energía psíquica inconsciente que lucha todo el tiempo por satisfacer nuestros instintos más primarios (supervivencia, agresividad y reproducción). El Ello no piensa, solo desea y actúa rigiéndose por el “principio de placer” y buscando la satisfacción inmediata. Es amoral, no conoce el bien y el mal. Y lo que sabemos de él es gracias a la interpretación de los sueños y a los síntomas neuróticos que presentan los pacientes (su estado alterado).  Cuando el “Yo” se va desarrollando, se va imponiendo el “principio de realidad”: los niños pequeños, que al principio solo buscan la satisfacción del Ello, empiezan a aceptar las normas paternas aun en contra de sus íntimos deseos, debido a su necesidad de afecto y reconocimiento y a su miedo al castigo. Poco a poco, van asumiendo también las normas sociales, entendiendo que eso les dará placer a más largo plazo y les evitará dolor y destrucción; se irán haciendo cada vez más razonables. El Yo contiene elementos conscientes (percepción, procesos intelectuales), pero también inconscientes (mecanismos de defensa).  Finalmente, el “Superyó” representa el “ideal del Yo” y la conciencia moral. Su objetivo es presionar al sujeto, señalar cómo debe comportarse, en función de los requerimientos de la cultura y no solo de las restricciones del orden social. El Superyó es nuestra parte más consciente, suscitando sentimientos positivos de orgullo si es capaz de inhibir con la suficiente eficacia las pulsiones del Ello o, por el contrario, sentimientos de culpa si no cumple con las exigencias sociales, ya interiorizadas o asumidas como propias !!ELLO: para el psicoanálisis freudiano, es la fuente inconsciente de motivos y deseos primarios y se basa en el “principio de placer”. (Ver preguntas de desarrollo) INCONSCIENTE: en la teoría de S. Freud, fuerzas dinámicas reprimidas de las que no tenemos conciencia, a pesar de que nos determinan. (Ver preguntas de desarrollo) PSICOLOGÍA HUMANISTA: enfoque teórico, defendido por C. Rogers y A. Maslow, que considera al ser humano como un todo integral, investigando problemas como el crecimiento y la autorrealización personal. Para los psicólogos humanistas el sujeto busca satisfacer sus necesidades según las va percibiendo a lo largo de su vida, y en ese proceso no solo se ve condicionado (por su constitución biológica, el ambiente, las fuerzas sociales o sus experiencias pasadas) –ni mucho menos determinado por su inconsciente–, sino que, ante todo, es libre y responsable de sus acciones o capaz de hacerse a sí mismo. REPRESIÓN: concepto central en la teoría freudiana. Es un mecanismo por el que los deseos e impulsos agresivos y sexuales que el individuo considera inaceptables son reprimidos y enviados al inconsciente. Esta censura solo se relaja durante el sueño, donde todos esos deseos o pulsiones afloran de manera simbólica. De ahí la importancia que concede el psicoanálisis a la interpretación de los sueños. Por lo demás, la represión es también un mecanismo de defensa para olvidar situaciones traumáticas o dolorosas, desterrándolas de la conciencia. SUPERYÓ: en la teoría freudiana, función de la personalidad que representa los valores y normas sociales interiorizadas por el individuo. (Ver) YO: para S. Freud es la representación de la percepción consciente, la razón y el sentido común. Se rige por el “principio de realidad”. 

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