17 Jul

Al-Ándalus: Los musulmanes denominaron Al-Ándalus al territorio hispano que conquistaron. Esta sociedad islámica permanecíó desde principios del siglo VIII hasta finales del Siglo XV, conociendo tres períodos políticos fundamentales: emirato independiente, califato y reinos de taifas. Las victorias cristianas consiguieron que, desde mediados del Siglo XIII, Al-Ándalus quedara reducido a Granada. Los soberanos andalusíes ejercieron un poder absoluto, concentrando la máxima autoridad política y religiosa. En cuanto a su organización económica y social, cabe destacar la importancia que tuvieron las ciudades. Córdoba fue un gran centro cultural, sobre todo durante la época del Califato. En la agricultura destacó el impulso a los regadíos y la difusión de nuevos cultivos. Su cultura estuvo influida por la religión, que impregnaba toda la vida pública. Tras ocho siglos de convivencia más o menos pacífica, la cultura islámica dejó huella. Actuaron como transmisores de conocimientos, sobre todo del mundo helenístico y del Oriente, nuestro léxico todavía conserva palabras de origen árabe y la huella de su arte se aprecia en construcciones tan notables como la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.

La repoblación cristiana:

El avance de los ejércitos cristianos sobre territorio musulmán vino acompañado de un movimiento de ocupación del mismo, que implicó una nueva organización social, política y administrativa. En algunas zonas permanecieron los musulmanes (mudéjares), gracias a unas condiciones de rendición generosas. Una parte de la tierra fue entregada a los nobles que participaron en la conquista, a las órdenes militares o a ayuntamientos encargados de su repoblación. En determinadas tierras de frontera se otorgaron cartas de población, de carácter provisional, en las cuales se concedían ventajas y facilidades a quienes fuesen a poblar las tierras de frontera. Suelen allí fijarse los límites de los términos, las condiciones de acceso a la tierra, variados privilegios y unas normas básicas sobre la vida municipal. Una vez el territorio estaba asegurado, los monarcas los sustituían por los fueros, más elaborados y con vocación de permanencia. En Aragón, a partir de 1247, se produjo un proceso de unificación foral que dará lugar a los “Fueros de Aragón”, normas legales emanadas del Rey con las Cortes.

Mudéjares y moriscos:

Conocemos con el nombre de mudéjares a los musulmanes sometidos a los poderes cristianos tras el avance de éstos sobre territorio de Al-Ándalus. Se les permitíó conservar su religión, sus costumbres, su cultura y se organizaron en aljamas (barrios) que gozaron de la protección real. A lo largo de siglos hubo una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes. No obstante, son poblaciones sometidas a una cierta segregación social y a una fiscalidad Mayo que la soportada por la población cristiana. Con el tiempo, la tolerancia religiosa declinó, especialmente tras la toma de Granada, y se caminó hacia la unidad religiosa. La impronta mudéjar se aprecia en la arquitectura, con ejemplos sobresalientes en Aragón. A comienzos del Siglo XVI fueron obligados a convertirse al cristianismo, momento a partir del cual se les denomina cristianos nuevos o moriscos. El proceso de integración avanzó en algunas regiones, pero la presencia de los piratas berberiscos y de los turcos como enemigos de la monarquía, les hizo sospechosos. Fueron expulsados a comienzos del Siglo XVII por el rey Felipe III, alegando su condición de malos cristianos y de potenciales aliados de los turcos.

Los señoríos:

El señorío supone el dominio sobre tierras y súbditos, delegado por el rey en otras personas (nobles y/o eclesiásticos) o colectivos. Los señoríos se originaron en la Edad Media, frecuentemente como donaciones reales para pagar la colaboración en la Reconquista. Durante la Edad Moderna la creación de nuevos señoríos suele hacerse por medio de la cesión de patrimonio real, por muy variados motivos. El resultado fue que miles de pueblos quedaron fuera de la autoridad directa de la corona y pasaron a manos de los señores. Al señorío meramente territorial, que implicaba la propiedad de la tierra y los tributos procedentes de ella, podía acompañarle la jurisdicción, que concedía a los señores la capacidad de nombrar a las autoridades locales, ejercer la justicia y cobrar múltiples impuestos. Este supuesto se conoce como señorío jurisdiccional y, por tanto, era una fuente de poder político y económico.

La Inquisición:

Fue un tribunal eclesiástico encargado de la persecución de la herejía, que se desarrolló en Europa a partir del Siglo XII. Los Reyes Católicos la refundaron en España en 1479, y se prolongó hasta 1834, cuando fue abolida por el Estatuto Real. Durante todo ese tiempo jugó un importante papel político, convirtiéndose en un poderoso instrumento de control social al servicio del Estado. A la cabeza de la organización estaba el Inquisidor general y el Consejo Supremo. El territorio quedó dividido en distritos, en cada uno de los cuales había un tribunal. Sus procedimientos judiciales (proceso secreto, delación anónima…) y sus consecuencias (graves penas, confiscaciones, infamia…) generaron miedo y la convirtieron en una institución temible. Al principio se ocupó de los judeoconversos, después de los moriscos (cristianos nuevos) y, desde mediados del XVI, de los cristianos viejos, tratando de conformar un modelo de religiosidad homogéneo en todo el país.

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