28 Sep

1-La poesía en las primeras décadas de la posguerra

ANTES DE EMPEZAR A CONTESTAR LA PREGUNTA DEBES EXPLICAR QUÉ ENTIENDES POR LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA POSGUERRA Y HACER EL ESQUEMA QUE DESARROLLARÁS DESPUÉS.
Por primeras décadas de posguerra entendemos los años 40 y 50, pues a mediados de esta época se produce una renovación en la poesía española, que culmina en la década de los sesenta con unas características radicalmente distintas.
EL ESQUEMA QUE PODRÍAS DESARROLLAR SERÍA EL SIGUIENTE:
A) Las tendencias poéticas en los años 40.
B) La poesía social y testimonial de los 50.
C) La poesía al margen de esas corrientes.
A) La Guerra civil española provocó un corte radical en el ámbito literario. Algunos poetas como Federico García Lorca mueren en la contienda, o a consecuencia de ella como Miguel Hernández; otros como Luis Cernuda deben marcharse al exilio y otros como Vicente Aleixandre continúan su labor dentro de España.
Por otra parte se incorporan nuevas generaciones que marcarán las tendencias de la poesía en estas décadas. A principios de los años cuarenta la poesía vuelve a los temas clásicos como el amor, la religión, la patria y se incorporan nuevos temas como el sentido imperial del estado. Es una poesía hecha por y para los vencedores de la guerra, a la que, a menudo, se le da el título de poesía arraigada. Poetas de esta tendencia son: Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero y Luis Rosales del que destaca La casa encendida, una de las mejores obras líricas de la posguerra. Revistas poéticas que recogieron este tipo de poesía fueron Escorial, y Garcilaso.
En el año
1944 se publican dos importantes obras poéticas, una de ellas es Hijos de la ira de Dámaso Alonso, poeta relacionado con la generación del 27, un libro desgarrado que dará origen a la llamada poesía desarraigada, es decir, que no se apoya en vivencias tranquilizadoras, como la religión, la patria, la familia, etc. También se asocia este libro al existencialismo característico de los años 40.
La otra obra importante es Sombra del paraíso, del poeta del 27, Vicente Aleixandre, que marcará otra dirección de la lírica de esta época, el dolor que se expresa desde la perspectiva del paraíso perdido y de la humanidad alejada de su destino.
A mediados de esta misma década surge otra revista de signo radicalmente distinto, Espadaña, fundada por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora que recogió un tipo de poesía socialmente comprometida, que trataba de reflejar la dura realidad de la posguerra, aludiendo a la guerra civil y al dolor de los vencidos
B) Los tres grandes poetas de los años 50 son Blas de Otero, que en sus libros Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia se revuelve contra toda la poesía religiosa de su momento y la imagen tradicional de Dios.
Los libros siguientes, Pido la paz y la palabra y Que trata de España, están inmersos en la corriente de poesía social.
José Hierro pertenece también a este tipo de poesía, especialmente por su obra Quinta del 42, que refleja el momento en el que vive. Algunos de sus poemas son una especie de reportaje de la situación de su época, especialmente el tan conocido de Réquiem.
Gabriel Celaya, seudónimo de Rafael Múgica, se asocia también con la poesía social especialmente con el libro Cantos iberos, caracterizado por su expresión directa y prosaica.
C) Al margen de estas corrientes y estos poetas hubo desde el principio de la posguerra intentos de renovación poética. Entre ellos estuvo el postismo, cultivado por Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory. Buscaban una poesía que fuese un juego, sin ningún compromiso ideológico y con abundantes y sorprendentes creaciones lingüísticas.
Algunos poetas como Miguel Labordeta hicieron una poesía original y fantástica, muy relacionada con el surrealismo, pero asociada también a la preocupación social.
Por otro lado la revista cordobesa Cántico mostró una voluntad de conectar con el pasado inmediato: el grupo del 27 y con el más remoto, especialmente con Góngora. Pablo García Baena es el poeta más conocido de este grupo.

on la Guerra Fría, en los años 50, España empieza a salir del aislamiento y se incorpora a algunos organismos internacionales, en la órbita de EEUU. El incipiente desarrollo del turismo y la industria conlleva cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los campesinos hacia las ciudades, la difícil inserción de estas personas en los suburbios urbanos, .Al mismo tiempo, los jóvenes que han vivido la guerra como niños o adolescentes consideran la guerra y el país de posguerra desde otra perspectiva y aparecen actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre vencedores y vencidos. Estas posturas se manifiestan sobre todo en círculos obreros y universitarios.
Para muchos, La colmena de Cela, publicada en 1951, es un precedente de la novela social. En ella con más o menos realismo aparece reflejada la sociedad del momento (la de la inmediata posguerra).Pero es hacia mediados del decenio cuando se dan a conocer toda una serie de escritores que, con una intención crítica, van a llevar a sus novelas como temas fundamentales las injusticias y las desigualdades sociales (literatura comprometida). Como técnica narrativa, se recurre al objetivismo o behaviorismo: el narrador desaparece (se limita a unas escuetas informaciones referentes a lo que una cámara fotográfica podía registrar) , no hay introspección ni pensamiento de los personajes, y todo el relato se basa en el diálogo de los personajes. A menudo; se emplea un lenguaje cercano al coloquial.
Se distinguen dos tendencias:
a) El neorrealismo. Que se centra en los problemas del hombre como ser individual (la soledad, la frustración…): Ana Maria Matute, Ignacio Aldecoa, (El fulgor y la sangre), Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama, 1956; novela conductista; crónica de un día de domingo de un grupo de jóvenes junto al río Jarama) y Carmen Martín Gaite (Entre visillos).
b) Novela social (realismo social): se centra en los problemas de los grupos sociales. Jesús Fernández Santos (Los bravos, 1954), Jesús López Pacheco (Central eléctrica), Juan García Hortelano ( Nuevas amistades, 1959, Tormenta de verano); Armando López Salinas (La mina)En los años cincuenta también se cultivan otros tendencias narrativas: libros de viajes y relatos cortos o cuentos (Ignacio Aldecoa)
El tema de la novela es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales; la explotación del proletariado y la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, se pretende llegar a un amplio público. Los contenidos testimoniales o críticos son más importantes.


La novela española de esta década recoge pronto las nuevas preocupaciones sociales y abandona la visión existencial de la década anterior. En 1951 Cela publica La Colmena de tono crítico y testimonial, con un amplio personaje colectivo.
A lo largo de la década, el realismo social se intensifica y en el año 1954 alcanza su momento cumbre, pues se publican varias obras de este tipo de Ana Mª Matute, Ignacio Aldecoa, Jesús Fdez. Santos, Juan Goytisolo, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite y Juan García Hortelano.
El tema de la novela es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales; la explotación del proletariado y la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, se pretende llegar a un amplio público. Los contenidos testimoniales o críticos son más importantes.

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