23 Mar

3ª) El gráfico siguiente representa la evolución del índice de fecundidad en España y Andalucía. Analízalo y responde a las siguientes cuestiones: a) Indica las fases que se observan en la evolución del índice de fecundidad en España. Se observan tres fases en la evolución del índice de fecundidad en España: 1. Desde 1975 hasta 1989 en la que se inicia el descenso progresivo de población desde cerca de 3 hijos por mujer hasta quedar por debajo de 1’5 hijos. 2. Desde 1989 hasta 1997 etapa en la fecundidad estabiliza entre 1 y 1’5 hijos por mujer. 3. La tercera etapa, a partir de 1997 en el que comienza una tímida recuperación, no superando en 2005 el número de 1’5. B) ¿En cuál de estas fases está asegurado el reemplazo de la población? ¿Por qué? El reemplazo de la población está asegurado hasta el año 1981. A partir de esta fecha, el valor del índice cae por debajo de 2,1 hijos/as por mujer, que es el mínimo necesario para asegurar dicho reemplazo. C) Explica por qué el índice es más elevado en Andalucía que en España y porqué en la última fase tienden a aproximarse. En Andalucía hay un porcentaje mayor de población joven, por tanto, con un índice mayor de fertilidad, debido a que: tradicionalmente Andalucía ha sido una regíón con altas tasas de natalidad;
Es una regíón que hasta hace pocos años la tasa de urbanización ha estado por debajo de la media nacional; y la elevada inmigración, donde predomina la población joven con una tradición basada en un número elevado de hijos. En la última fase, entre los años 1998 y 2006, ambos valores tienden a aproximarse debido a: el desarrollo económico de Andalucía basado en el turismo y la agricultura de regadío; el fuerte proceso de urbanización; y la secularización y la modernización social de nuestra regíón. D) Explique las causas del descenso del índice en España. • La incorporación de la mujer al mercado laboral ha acortado el período fértil de la mujer, al retrasar la maternidad hasta consolidar su situación laboral.


 Muchas familias tienen dificultades para conciliar la vida laboral y familiar ante la escasez de infraestructuras (guarderías) y el mantenimiento de comportamientos sexistas en el reparto de las tareas domésticas y el cuidado de los/as hijos/as. • La crisis económica de 1975, la precariedad laboral desde 1980, y el alto precio de la compra y el alquiler de la vivienda, ha dificultado la emancipación de los jóvenes, prolongando su período de formación y la permanencia en la unidad familiar con los padres.• Los cambios sociales introducidos desde la transición a la democracia han colaborado al descenso de la natalidad: ha disminuido la influencia religiosa; se han difundido los medios anticonceptivos; se ha legalizado el aborto en ciertos supuestos; y se han desarrollado nuevos modelos familiares que priorizan las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de cuidado de los/as hijos/as. • El crecimiento económico y la mejora en las condiciones de vida también han ido en detrimento de las tasas de natalidad. La atención al bienestar y formación de los/as niños/as provoca que se prefiera tener menos, pero atenderlos mejor. Los gastos que ocasionan y la dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más ingresos para el consumo y de más tiempo libre para el ocio. Desde 1998, la natalidad ha experimentado una ligera recuperación debida a la inmigración, ya que la población española ha mantenido su comportamiento malthusiano o restrictivo de la natalidad. La inmigración colabora en el aumento de la natalidad por el incremento de mujeres en edad fértil, y por sus índices de fecundidad más altos. Pero esta recuperación de la natalidad se prevé transitoria, ya que el comportamiento de las mujeres extranjeras se está equiparando al de las españolas (ha pasado de 2,3 hijos por mujer en 1996 a 1,69 en 2009). Además, la crisis económica evidenciada a partir del año 2007 ha vuelto a recudir las cifras de la inmigración, e incluso ha provocado el retorno de algunos inmigrantes.


Muchas familias tienen dificultades para conciliar la vida laboral y familiar ante la escasez de infraestructuras (guarderías) y el mantenimiento de comportamientos sexistas en el reparto de las tareas domésticas y el cuidado de los/as hijos/as. • La crisis económica de 1975, la precariedad laboral desde 1980, y el alto precio de la compra y el alquiler de la vivienda, ha dificultado la emancipación de los jóvenes, prolongando su período de formación y la permanencia en la unidad familiar con los padres.• Los cambios sociales introducidos desde la transición a la democracia han colaborado al descenso de la natalidad: ha disminuido la influencia religiosa; se han difundido los medios anticonceptivos; se ha legalizado el aborto en ciertos supuestos; y se han desarrollado nuevos modelos familiares que priorizan las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de cuidado de los/as hijos/as. • El crecimiento económico y la mejora en las condiciones de vida también han ido en detrimento de las tasas de natalidad. La atención al bienestar y formación de los/as niños/as provoca que se prefiera tener menos, pero atenderlos mejor. Los gastos que ocasionan y la dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más ingresos para el consumo y de más tiempo libre para el ocio. Desde 1998, la natalidad ha experimentado una ligera recuperación debida a la inmigración, ya que la población española ha mantenido su comportamiento malthusiano o restrictivo de la natalidad. La inmigración colabora en el aumento de la natalidad por el incremento de mujeres en edad fértil, y por sus índices de fecundidad más altos. Pero esta recuperación de la natalidad se prevé transitoria, ya que el comportamiento de las mujeres extranjeras se está equiparando al de las españolas (ha pasado de 2,3 hijos por mujer en 1996 a 1,69 en 2009). Además, la crisis económica evidenciada a partir del año 2007 ha vuelto a recudir las cifras de la inmigración, e incluso ha provocado el retorno de algunos inmigrantes.

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