19 May

2. a. Explicación de los términos subrayados en el texto.
Punto de vista:

Esta expresión adquiere en el planteamiento de Ortega un profundo valor filosófico. Para Ortega, perspectiva y punto de vista son, en cierta manera, sinónimos, aun cuando el término perspectiva sea el que utilice con más frecuencia. En el fragmento que comentamos, la expresión punto de vista es coextensiva del mismo hecho de vivir, es decir, el hecho de que cada vida suponga un punto de vista sobre el universo significa que vivir es adoptar una determinada perspectiva, condicionada en parte por las circunstancias personales de cada vida pero sin que sea determinante y pueda anular la libertad.

Para Ortega, la realidad se muestra en una multitud de perspectivas individuales. De hecho, cada perspectiva es, al mismo tiempo, una condición de la realidad y una posibilidad de acceso a la verdad. Por ello, la perspectiva reúne los planos ontológico y epistemológico de modo claro: es tanto un fragmento de realidad no meramente subjetiva como una ventana hacia la misma realidad, imprescindible, por ello, para poder conocerla. La realidad será, por tanto, accesible desde cada perspectiva, desde el punto de vista que ocupa cada uno. Tan sólo la reunión de las perspectivas efectivas y posibles de una cosa daría la imagen verdadera de esa cosa y haría factible la posibilidad de su misma verdad.

Verdad:


En el fragmento que comentamos, y en toda la filosofía de Ortega, este término se halla estrechamente vinculado con la expresión punto de vista o perspectiva. Uno de los objetivos de Ortega fue, precisamente, dotar a la verdad de una realidad histórica y vital, hacerla concreta, humana, sin que ello supusiera negar su carácter objetivo. Para Ortega, además, no es posible seguir manteniendo un concepto de
verdad separado de la vida y de la perspectiva que se tiene ante la realidad. Ello supone destacar el valor del individuo en su acceso a toda forma de realidad, al tiempo que se niega todo concepto de verdad abstracto y alejado de la vida. No hay una realidad puramente abstracta, que sea independiente de la vida humana y sus circunstancias. La verdad acerca de una realidad, sea ésta la que sea, debe tener en cuenta y partir del punto de vista que se tiene sobre ella.

2. b. Exposición de la temática planteada en el texto


La temática expuesta en el texto es suficientemente clara: no es posible seguir concibiendo la verdad como algo alejado de la vida y de los individuos que la sostienen.

La verdad se halla íntimamente ligada a los avatares y al dinamismo propios de la vida (ya sea individual o colectivamente considerada): no es posible considerar una realidad totalmente ajena e independiente de esa misma vida y, por lo tanto, independiente de los puntos de vista o perspectivas que se tengan o alcancen sobre ella. El fragmento que comentamos puede analizarse según la siguiente estructura argumentativa:
a) cada individuo (ya sea una persona, un pueblo, una época) es un medio indispensable para poder conquistar la verdad.
b) cada vida individual es, en realidad, un punto de vista sobre el universo, que no puede ser sustituido y posee una originalidad propia.

c) pensar que la realidad es independiente del punto de vista que se tenga sobre ella es un gran error. La realidad no posee un carácter absoluto y ajeno a las vidas que inciden sobre ella.
d) esta concepción errónea de la realidad (presente en gran parte de la radición filosófica) negaba cualquier valor de verdad posible a la
perspectiva individual y por ello la declaraba falsa. En el planteamiento filosófico de Ortega, al contrario, la vida es en sí misma, un determinado punto de vista. No sólo eso, el primer y gran hallazgo de  la filosofía orteguiana fue la constatación de la vida como realidad radical, de la que surge cualquier proceso de reflexión, cualquier intento teórico y cualquier pretendido sistema filosófico. Por ello, tal y como se advierte en el texto, Ortega pretendió corregir lo que denominó error inveterado de la filosofía (su concepción abstracta de la realidad y de la verdad) y sustituir la razón puramente teórica por la razón vital.

2. c. Justificación de la temática planteada en el texto desde la posición filosófica del autor del texto


Ortega reivindica un nuevo concepto de razón, y en esta tarea se une a otros pensadores de su época, que también consideraron a la razón en relación con la vida. Asimismo, esta nueva concepción de la razón se vincula, en el caso de Ortega, a una particular concepción de la verdad, derivada de su concepción de la vida. La verdad será siempre una perspectiva de las cosas y de la vida y un descubrimiento o desvelamiento de la realidad. Para Ortega, el término vida tiene un especial significado en el caso del ser humano, pues para cada hombre o mujer la vida toma una forma determinada. De ahí que la vida humana no sea sólo una realidad biológica, sino, sobre todo, una realidad biográfica: se va construyendo al hilo de la propia biografía, al compás de las perspectivas y de las circunstancias de cada cual. La vida de cada uno es la misma existencia concreta, que se hace a sí misma entre diferentes circunstancias.




Si el hombre se orienta a su propia vida y a cuanto ella supone, asumirá lo que es y podrá hacerse cargo de su propia existencia. Por ello, en su propia vida, el ser humano debe mantener su propia autenticidad y afrontar desde ahí su propio destino. En este sentido, la vida es una realidad radical y última. Ella misma es su propio fin, no hay realidad alguna que le sea trascendente. La vida de cada ser humano es, para él mismo, su propia finalidad y a ella debe entregarse si quiere salvarse a sí mismo. Resumamos, pues, algunos de los rasgos esenciales del concepto de vida: realidad radical, problema y quehacer dinámicos, preocupación y atención a sí misma, realidad que es su propio fin, programa que siempre debe cumplirse y que se salvará de la muerte por la cultura (que no es sino la invención de nuevas
formas de vida). Todos estos rasgos deben proyectarse sobre el concepto de verdad para poder comprender el planteamiento de Ortega. Con ello, el concepto de verdad adquiere un nuevo sentido: queda unido al transcurso de la vida y adquiere, por lo tanto, una dimensión vital. El concepto de razón vital o razón fundada en la vida es básico en la filosofía de Ortega, que, por ello, ha sido denominada raciovitalismo. Entre otras implicaciones, este concepto de razón realza la importancia de la historia y de la cultura como los escenarios característicos y propios de la vida humana. La historia presenta, según Ortega, un modelo de racionalidad más eficaz y comprensivo que las denominadas ciencias formales y naturales. Asimismo, el concepto de razón vital se distancia tanto del vitalismo como del idealismo racionalista, aun cuando recoja algunos rasgos de ambas concepciones filosóficas. En relación con el vitalismo, Ortega se opone a la concepción que éste mantiene de la vida como un proceso irracional, donde sólo hay lugar para impulsos y deseos que no pueden justificarse racionalmente; la vida, por el contrario, a juicio de Ortega, es un quehacer que tiene una finalidad o sentido, que se pone determinadas metas, que tiene una racionalidad propia y que, por ello, puede ser analizada adecuadamente. Con idénticos argumentos, se opuso Ortega a los vitalismos que habían convertido el concepto de vida en un enfoque místico no sujeto a racionalidad alguna. Por otro lado, Ortega coincide con el vitalismo en su reivindicación del carácter peculiar de la vida humana frente a las cosas físicas y, por ello, en su rechazo del estudio del ser humano desde una perspectiva alejada de su dimensión vital. En relación con el racionalismo, tal y como puede apreciarse en el texto, Ortega se encuentra muy lejos de aceptar las reglas del juego de un racionalismo radical (al estilo cartesiano, por ejemplo), que sólo considera la razón como realidad última y que desprecia la realidad dinámica de la vida.



Precisamente, el error inveterado es el de la actitud racionalista, que se muestra miope o indiferente a las perspectivas vitales en las que cabe enmarcar a la verdad, que confunde perspectiva con un punto de vista sospechosamente subjetivo y que no entra a considerar el carácter histórico de la verdad. Pero reconoce al mismo tiempo Ortega que sólo desde la razón se puede acceder a la verdad, sobre todo en el caso del ser humano, en el que vivir y razonar son las dos caras de la misma moneda; y es que, parodiando la célebre frase de Descartes, vivo, luego razono y razono, luego vivo podrían ser perfectamente los lemas indisociables del proyecto filosófico de Ortega.

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