18 Sep

Literatura española desde 1939

PRIMERA ETAPA: LA POSGUERRA


La Guerra Civil española supuso el trágico desenlace de un largo enfrentamiento. Y, en medio, una masa inmensa de gente trabajadora, que a duras penas sacaban su vida adelante, incrédula, en una oleada de odio. Las corrientes reinantes previas al conflicto se interrumpieron abrupta y definitivamente. Aun así, tras la Guerra Civil el país intentará recuperarse. En los primeros años camina entre literatura conformista y la literatura del malestar en la que domina el interés por problemas existenciales y los tonos religiosos. Hay una búsqueda de nuevos caminos, de renovación por los que discurra la literatura, expresión del sentimiento humano. En la novela hay dos hitos que marcan dos estilos:
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, novela tremendista que expresa la violencia, crueldad y sinsentido de la vida humana.
Nada, de Carmen Laforet, novela existencial, relato con rasgos autobiográficos de la frustración de una joven universitaria que se traslada a estudia a Barcelona.
En cuanto a la poesía, encontramos:
– el grupo de los exiliados (Alberti, Salinas…) que cada uno seguirá su propio itinerario

– Miguel Hernández, poeta atrapado por la guerra, encarcelado en Alicante, una poesía más comprometida que profundiza en temas como la muerte, libertad, amor…
– Poesía arraigada, proponen una vuelta al clasicismo de gusto garcilasista y renacentista, recuperación del soneto, cierto retoricismo, etc, Leopoldo Panero.
– Poesía desarraigada, en la que influyen dos obras: Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre. Refleja una visión frustrada y angustiada de la vida. Destacan Blas de Otero, Gabriel Celaya.
En el teatro permanece la inocente comedia burguesa de corte benaventina y el desarrollo del teatro de humor con Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa).
Estrena Antonio Buero Vallejo la obra Historia de una escalera que inicia un teatro realista preocupado por los graves problemas humanos que ya será de corte existencialista en Escuadrón hacia la muerte de Alfonso Sastre.

SEGUNDA ETAPA: LOS AÑOS DEL Realismo SOCIAL


muchos escritores parecen haber encontrado un camino en el Realismo social. Tales obras tienen en común el testimonio de realidades sociales concretas. Ahora, el escritor piensa que debe contribuir con sus obras a transformar la sociedad, le importan menos las metas estéticas: opta por un lenguaje sencillo.
En la novela, el Realismo social lo abre Cela con La colmena, El jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, Entre visillos de Carmen Martín Gaite y El camino de Delibes.
La poesía comprometida y social pretende reflejar solidaria y críticamente la verdadera realidad del ser humano, cambiar la sociedad y denunciar las injusticias. Cuanto sé de mí de José Hierro, en las que superan su angustia existencial y se abren a los sufrimientos de los demás.
Pero pronto este tipo de poesía se empobrece y surge un nuevo grupo poético que, sin renunciar al compromiso social, se hace más intimista, se vuelca hacia el conocimiento del hombre y del mundo («poesía de la experiencia») desde la ironía y cierto escepticismo. Los autores más destacados son: Ángel González (Tratado de Urbanismo), Félix Grande (Blanco Spirituals), Carlos Barral.
Sigue triunfando el teatro comercial, pero junto a ella surge un teatro social de la mano de Buero Vallejo y Alfonso Sastre iniciado unos años antes y que siguen con obras como Hoy es fiesta y La mordaza, respectivamente. Como nuevos valores destacan Lauro Olmo y José María Recuerda.

TERCERA ETAPA: HACIA UNA LITERATURA EXPERIMENTAL


Se publica Tiempo de silencio, novela experimental de Luis Martín Santos, que dará el pistoletazo de salida una nueva forma renovadora de creación literaria, compatible con la denuncia social. Hacia 1970, se observan en todos los géneros tendencias «novísimas», caracterizadas por la experimentación de las formas en todos los aspectos. Los contenidos sociales, importarán menos.
 

En la novela, además de la citada, tenemos Cinco horas con Mario de Delibes. No abandona la reflexión crítica sobre la sociedad española, pero su presentación formal es radicalmente novedosa. Utiliza un léxico riquísimo, lleno de invenciones y expresividad, y crea estructuras narrativas complejas como el cambio de narrador, el multiperspectivismo, extensos monólogos interiores, saltos temporales, etc.
El crítico J. Mª Castellet publica la antología Nueve novísimos poetas españoles. De este título se cogíó el término «novísimos» para referirse a un joven grupo de poetas que no vivieron la guerra y crecen en una España más abierta social y culturalmente. Influidos por poetas extranjeros, poetas del 27. Caracterizados por un estilo ecléctico en el que mezclan temas y técnicas, de tono escéptico, inconformista, cuidado por la estética, por los aspectos formales (esteticismo), gusto por el experimentalismo y el Vanguardismo, preocupación por el lenguaje. Destacan autores como Pere Gimferrer (Arde el mar), Colinas (Sepulcro en Tarquinia), Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión.
El teatro renovador surge los autores españoles abandonan el Realismo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas que se venían desarrollando durante este siglo. Buscan nuevas fórmulas y técnicas como el teatro épico. Aparecen autores individuales como Fernando Arrabal (con su teatro pánico: Pic-nic) y Francisco Nieva (teatro furioso: La señora Tártara). Surgen los grupos de teatro independiente con una clara intención renovadora.

CUARTA ETAPA: DE 1975 A NUESTROS DÍAS


 y sobre todo en los años 80, parece advertirse una moderación de los experimentos, un retorno a las formas tradicionales. También se aprecia un nuevo interés por los contenidos humanos, existenciales. 

En la novela se encuentra principalmente el afán con contar historias a la vieja usanza, con leves toques experimentales, y se prodigan los subgéneros narrativos (novela policíaca, fantástica). Abre esta etapa La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza. Novelas de subgénero policíaco encontramos en autores como Manuel Vázquez Montalbán (Los mares del sur).

Novelas subgénero histórico y de evasión

Arturo Pérez Reverté (El capitán Alatriste, La carta esférica), Matilde Asensi, Félix de Azúa, Javier Cercas (Soldados de Salamina).

Novela testimonial y existencial

Luis Landero (Juegos de la edad tardía), Ignacio Martínez de Pisón (Carreteras secundarias).
Aunque hay numerosas tendencias poéticas, en general se observa un cierto cansancio de los excesos culturalistas y experimentales de los novísimos y la búsqueda de una poesía más personal e intimista. Las tendencias más importantes son: continuación del Vanguardismo y experimentalismo: Ullán; refinamiento decadentista: Pere Gimferrer; clasicismo: Luis Alberto de Cuenca; barroquismo: Antonio Carvajal; neosurrealismo: Blanca Andreu; poesía del silencio o minimalista.
En el teatro nos encontramos, en contra de lo que se podría pensar con la llegada de la libertad, un paulatino alejamiento de público. La reacción del público fue muy fría. Como reacción se produjo un regreso a un teatro neorrealista, más convencional y accesible entre los que destacan Antonio Gala (Anillos para una dama), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro), José Sanchis Sinisterra (¡Ay, Carmela!). Encontramos un teatro comercial, heredero de la comedia burguesa, un teatro de compañías institucionales, como el Centro Dramático Nacional o la Compañía de Teatro Clásico que contribuyen a difundir el patrimonio teatral histórico. Y un teatro de humor, nuevos autores, teatro musical y abundantes grupos teatrales pequeños que se van abriendo paso en pequeñas salas.


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