08 Abr

La problemática social


La crisis del 29 incide duramente sobre España a partir de 1930, a la República le toca vivir los peores momentos de esa crisis, se desarrollará, por tanto, en una coyuntura muy desfavorable, y eso se concretará en un aumento del paro, cierre de empresas y conflictividad social en general. El Gobierno elaboró leyes para proteger a los trabajadores, sobre todo siendo Largo Caballero, dirigente de la UGT, ministro de trabajo.

En materia agraria, un decreto de Términos Municipales obligaba a los terratenientes a contratar jornaleros residentes en el municipio donde se ubicara la finca, evitando así los salarios a la baja.

Una Ley de contratos de trabajo  regulaba la negociación colectiva, el derecho a la huelga y a unas vacaciones pagadas.
Otra ley de Jurados mixtos establecía un arbitraje vinculante en caso de conflicto laboral que no tuviese una solución negociada, los diversos jurados formados por empresarios y trabajadores, similares a los comités paritarios creados en la etapa primorriverista, dictaminaban una solución de obligado cumplimiento por las partes implicadas.

La República puso en marcha una Ley de Reforma Agraria que pretendía conseguir un cambio estructural en el campo español, centrado en objetivos sociales, políticos y económicos

Objetivo social


Entregar tierras a los campesinos para lograr su adhesión a la República y evitar los conflictos sociales y revolucionarios en el campo español.

Objetivo político
Eliminar el poder económico de los grandes terratenientes, de ideología monárquica y enemigos de la República.

Objetivo económico Mejorar la producción agraria y aumentar la renta del campesinado, paso previo que debería estimular el desarrollo industrial y comercial
Las tierras expropiadas pasarían a ser propiedad del Estado a través del Instituto de Reforma Agraria, organismo que se encargaría de la cesión a colonias de campesinos en régimen de explotación colectiva, o a campesinos en régimen de explotación individual.

Los resultados fueron reducidos, con escasas expropiaciones y pocos asentamientos de campesinos.
Contra la Reforma Agraria se levantaron los partidos de derecha y los anarquistas, unos porque la consideraban radical y otros porque la consideraban insuficiente.

La reorganización de las derechas


El reformismo de Azaña, provocó una fuerte alarma entre la derecha. De entre ellas, destacan tres medidas legales:

Ley de Congregaciones Religiosas, la Reforma militar y la Ley de Reforma Agraria

Ello generó un profundo malestar entre muchos católicos, muchos de ellos sinceramente republicanos.

Los viejos monárquicos  fueron derivando progresivamente hacia posiciones antidemocráticas.
Se crearon nuevas organizaciones como Acción Española, cuya misión era presentar a la monarquía tradicional como la única defensa frente a la revolución social. A finales de 1932 se creó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el partido de la derecha católica tradicional, dirigido por José Mª Gil Robles.
Al año siguiente los alfonsinos fundaron Renovación Española, partido liderado por Calvo Sotelo, que defendía abiertamente la necesidad de un golpe de Estado. Por su lado, los carlistas se agrupaban en la Comunión Tradicionalista y llegaron a un acuerdo electoral con los alfonsinos con el propósito de unir las fuerzas monárquicas.

Grupúsculos de corte nacionalsocialista y fascista crearon en 1931 las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), unidas más adelante a Falange Española, partido fundado en 1933 y dirigido por José Antonio Primo de Rivera, que destacaba por su ideología antidemocrática, defensa a ultranza del nacionalismo español.

 Algunos sectores del ejército pretendieron recoger el descontento generado entre los grupos más conservadores por la concesión de la Autonomía a Cataluña, la reforma religiosa y del ejército, así como la alarma creada por las huelgas y desordenes públicos. Haciéndose eco de este malestar, el


general Sanjurjo protagonizó un golpe de Estado (la sanjurjada) con la pretensión de forzar el viraje de la República a la derecha (1932)
, pero fracasó estrepitosamente.

Obrerismo y conflictividad social


Los conflictos sociales fueron continuos desde el mismo momento de la proclamación de la República. La resistencia opuesta a las reformas llevaron a una polarización o posicionamiento extremista de algunas organizaciones de izquierda, especialmente la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, anarquista) y de la UGT(Unión General de Trabajadores, socialista

)

El Partido Comunista de España, empezó a arraigar en el campo extremeño y andaluz, así como en las cuencas mineras de Asturias y en las zonas industriales de Cataluña-

La polarización extremista de la izquierda llevó inmediatamente al enfrentamiento armado, sangriento en muchas ocasiones, entre las masas obreras y campesinas y las fuerzas de orden público, impacientes las primeras ante lo que consideraban ineficacia o falta de decisión del Gobierno de la República a la hora de hacer efectivas las medidas que ella misma había decretado. Los acontecimientos produjeron una decena de muertos. Estas revueltas consistían en tomar el ayuntamiento, quemar el registro de la propiedad, ocupaciones de fincas y colectivización de la propiedad, robos de cosechas, declarar el comunismo libertario, y destrucciones de todo tipo en Andalucía, Extremadura y en La Mancha. La posterior represión solía ser muy cruenta y en algunas ocasiones provocaba la muerte de algunos campesinos, como la masacre perpetrada en el pueblo gaditano de Casas Viejas, cuya responsabilidad política recaía plenamente en el Gobierno, lo que dejó herido de muerte al Bienio Reformista.

A lo largo de 1933 se fue haciendo cada vez más evidente la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno, que fue perdiendo la confianza de una parte de las clases medias y se vio desacreditado como consecuencia de las duras medidas policiales adoptadas para controlar el orden público y mantener la legalidad vigente. En estas condiciones, Azaña dimitió y el presidente de la República disolvió las Cortes, y convocó elecciones para noviembre de

1933

Este nuevo período, conocido también como República de derechas se extiende entre diciembre 1933 y febrero 1936.
Las elecciones de noviembre de 1933 dieron el triunfo a los partidos de centro y derecha, aglutinados en torno al Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles, con programas basados en la revisión de la Constitución y de la legislación reformadora.

A pesar de ser el partido más votado (115 diputados), la CEDA no recibió el encargo de formar gobierno.
La izquierda y el presidente de la República, acusaban a la coalición derechista de antirrepublicana, fascista y totalitaria.
Alcalá Zamora prefirió confiar el ejecutivo a Lerroux, del Partido Radical (que había sido el segundo más votado).

El 5 de octubre de 1934, el presidente del gobierno dio entrada a tres ministros de la CEDA, hecho que desencadenó la revolución de octubre.

Los gobiernos lerrouxistas gobernaron revisando, inicialmente de forma moderada, las reformas del bienio anterior y después de la revolución de octubre de 1934 aumentaron su carácter conservador y católico.

 La revolución de octubre de 1934.
El freno de las reformas y la incidencia de la crisis económica favorecieron el aumento de la agitación social y la radicalización de las fuerzas obreras del PSOE y de la UGT.
El grupo más izquierdista del socialismo, liderado por Francisco Largo Caballero, radicalizó su discurso y propuso abiertamente la revolución social y obrera, negándose a colaborar con las fuerzas burguesas republicanas.
En este contexto político, se retrajo el sector moderado, encabezado por Indalecio Prieto, partidario de aunar esfuerzos con los republicanos de izquierda para dar estabilidad a la República y profundizar en las reformas.

Las elecciones de 1933 y la entrada de la derecha en el gobierno se contemplaron desde la izquierda como el fin de la República y el inicio de un camino hacia una dictadura fascista al estilo italiano. Cuando varios ministros de la CEDA entraron en el gabinete, la izquierda socialista, junto con anarquistas y comunistas, se lanzaron a la insurrección armada. Convocaron una huelga general

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