27 Dic


1. Fomento de la urbanización:

El pueblo romano era principalmente urbano. Vivían en la urbanizaciones y ese era el modelo de población que exportaron a todo el Imperio .No entendían la civilización si no era en las ciudades, así los que se establecían en las provincias, (veteranos de guerra, emigrantes de Roma o Italia), lo hacían en ciudades, la mayoría de las veces creadas ex professo para ellos (las colonias).Desde la primera, Itálica, fundada por Escipión en el 26 a.C., la creación de éste tipo de ciudad de nueva planta o junto a núcleos de población preexistentes fue constante, sobretodo en la época de César y de Augusto; en ellas está el origen de muchas ciudades españolas, como Mérida, Barcelona, Zaragoza, Cáceres, Valencia, Palma, Tarragona, Elche, etc.
Además, los romanos potenciaron el crecimiento de las ciudades indígenas, otorgando a muchas de ellas el estatus jurídico privilegiado de municipium, que en algunos casos supónía la concesión de la ciudadanía romana a sus habitantes. Su fin era que los hispanos abandonaran sus aldeas y se concentraran en las ciudades, y así se integraran con más facilidad en el estilo de vida romano, y fueran más fáciles de controlar. Antiguos municipios romanos son las actuales Lérida, Huesca, Sagunto, Tortosa, Calatayud, Calahorra, etc.
En las ciudades, los hispanorromanos se impregnaban de la cultura romana: aprendían la lengua latina , practicaban los cultos religiosos oficiales (el culto a Roma y al emperador ),se beneficiaban de los servicios públicos (acueductos, alcantarillados, mercados, tremas, etc.) y existían espectáculos típicos romanos (teatro , carreras de carros y caballos , luchas de gladiadores), para los que los romanos construyen magníficos recintos en las ciudades importantes .Así mismo podían mandar a sus hijos a las escuelas, participar en las instituciones (en las asambleas y , caso de que fueran ricos, en el Senado y en las Magistraturas), etc.
La prueba de la eficacia de éste factor de romanización es que allí donde la concentración urbana fue mayor, la romanización fue también más temprana y más intensa.

2. El ejército:

Desde distintos enfoques, un factor decisivo de la romanización cultural fue el ejército, además de ser el instrumento fundamental de control y dominio de las provincias. En primer lugar, los legionarios fueron el primer y más abundante tipo de romano con que estuvo en contacto la población indígena durante la época de la conquista.
Sus cuarteles atraían a sectores marginados de la población indígena, las parejas mixtas eran abundantes y se instalaban alrededor formando ciudades.
También fue un importante factor de romanización las colonias de veteranos de ejército romano, que, al licenciarse recibían casa y tierras donde establecerse .Éste fue el caso de las dos grandes ciudades de Hispania: Itálica, para lo veteranos (socii italianos) de la segunda guerra Púnica, y, Mérida para los de las guerras Cántabras.
El ejército contribuyó más a la asimilación de las zonas más pobres y menos civilizadas con el reclutamiento de hispanos como mercenarios. Una vez conseguida la pacificación relativa de la Península, pero sobretodo a partir de las guerras civiles y el comienzo del Imperio, los contingentes aumentaron, ya que los romanos lo necesitaban para sus guerras de conquista y para mantener las fronteras del Imperio; y para los hispanos era una manera de ganarse la vida y obtener la ciudadanía romana. Una vez romanizados, estos soldados ya veteranos volvían a su tierra y se convertían en focos de romanización.

3. La red de comunicaciones:

El pueblo romano sostuvo un gran mantenimiento de una tupida red de calzadas por todo el Imperio, reforzada con puentes y túneles. Los móviles de ese esfuerzo eran estratégicos, económicos y políticos.
En España las calzadas más importantes (actuales autopistas y autovías) eran las llamadas Vía Augusta, que se dirigía desde Cádiz por el Valle del Guadalquivir a la costa Mediterránea, y por ella continuaba hasta las Galias (y después a Roma); o las que iban enlazando las capitales de las distintas provincias, como la Vía de la Plata, que unía Astorga, Mérida y Sevilla. Aparte de las calzadas mayores había multitud de caminos que cruzaban de un lado a otro los conventus de cada provincia. Los restos de su carácterístico empedrado se pueden encontrar por toda España, al lado o debajo de nuestros caminos y carreteras. Algunos de los puentes siguen aguantando el tráfico actual, como el de Córdoba o el de Andújar.
Los abundantísimos vestigios de estas obras públicas constituyen una de las muestras más carácterísticas, elocuentes y perdurables de nuestra romanidad.

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