10 Ago

LOS AUSTRIAS MAYORES

Durante los siglos XVI y XVII se mantuvo en el trono español la dinastía de los Austrias. España formó un amplísimo Imperio y se convirtió en la primera potencia del mundo, pero también tuvo largas guerras que arruinaron la Hacienda y precipitaron su decadencia.

En 1516, Carlos I (hijo de Felipe I el Hermoso y Juana la Loca) fue proclamado rey de Castilla y un año después llegó a España procedente de los Países Bajos. Heredó importantes territorios de los RRCC, sus abuelos como: Castilla, Aragón y Navarra, además de los territorios que estos reinos poseían en Italia, norte de África y América.

Su reinado está caracterizado por una política integradora con dos objetivos: el mantenimiento de la unidad religiosa en torno al catolicismo y la idea de una monarquía universal.

En 1519, muere su abuelo Maximiliano y es coronado como Carlos V de Alemania. Durante su estancia en Alemania surgieron dos graves acontecimientos en España: la Revuelta de los Comuneros(1520)
provocada por las fricciones del monarca con las Cortes y el malestar por el aumento de la presión fiscal, y la Revuelta de las Germánías(1519-1522)
que fue una pugna entre la burguésía y la nobleza por el control de las ciudades de realengo. Ambos conflictos reforzaron la monarquía: el rey se dio cuenta de la importancia de los territorios hispanos y decidíó gobernar apoyándose en numerosos consejeros españoles.

En cuanto a la política exterior, se mantuvieron diversos enfrentamientos con Francia por los territorios italianos marcados por la batalla de Pavía(1525)
que acabó con el rey Franco Francisco I secuestrado y, la victoria definitiva no llegó hasta la Paz de Cateau-Cambresís(1559)
durante el reinado de Felipe II.
Carlos I no soluciónó el problema de los turcos a pesar de haber conquistado Túnez en 1535 y, por último, la expansión del protestantismo que representó la ruptura de la Iglesia católica acabó con la idea de unidad religiosa en el continente, este acontecimiento también estuvo reflejado en la victoria en la batalla de Mulberg(1547)
ante la Liga de Smalkalda y el conflicto acabó con la Paz de Augsburgo(1555).

Tras este fracaso, Carlos I decidíó renunciar a la corona y abdicando en su hijo Felipe II, dividiendo sus posesiones entre este y su hermano Fernando, quedándose Felipe con el núcleo central de su Imperio: la Monarquía Hispánica, los territorios borgoñones de los Países Bajos y el centro de Europa.

Felipe II comenzó su reinado en 1556, sus grandes objetivos fueron: la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía dinástica en Europa.

Gobernó desde España, donde en 1561 instaló una capital administrativa, Madrid, que se convirtió en el centro de decisiones de la monarquía. Para gobernar su enorme Imperio se valíó de una compleja administración y de un poderoso ejército permanente.

En cuanto a la política interior, tuvo que hacer frente a varias rebeliones internas importantes como: la Rebelión morisca de las Alpujaras(1569)
 en la que los moriscos se levantaron contra el trato discriminatorio que recibían; y las llamadas alteraciones de Aragón en 1591, a lo que se le añade el bandolerismo activo en esta regíón.

Durante su reinado, se agravaron los problemas que la Hacienda arrastraba a causa de la costosa política exterior. En 1557 se declaró la primera bancarrota y se transformó la deuda en títulos: los juros.

En cuanto a la política interior, el conflicto más grave fue la rebelión de Flandes que fue solucionado enviando un potente ejército al mando de duque de Alba, que sometíó duramente a los sublevados, pero más tarde los territorios rebeldes independientes se unieron llamándose las Provincias Unidas que se convirtieron en una gran potencia y uno de los grandes rivales de España. A esto se le suma el empeoramiento de las relaciones con Inglaterra que en más de una ocasión lanzó ataques corsarios contra los barcos españoles, para solucionarlo la monarquía hispana organizó una gran flota, la llamada Armada Invencible, con el objetivo de conquistar Inglaterra, pero la expedición acabó fracasando y no se logró solucionar el problema de Flandes. Por último, en 1570 el papado y Felipe II se aliaron con la llamada Liga Santa para frenar la expansión de los turcos, los cuales fueron derrotados en la batalla naval de Lepanto(1571).

El elemento más positivo de su reinado tal vez sea la uníón con Portugal en 1580, de manera que se conformaría el mayor Imperio territorial y marítimo que había existido hasta entonces.

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