19 Feb

3. DESARROLLO DE LA PINTURA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

3.1. PRIMERA MITAD DEL Siglo XVII

La pintura barroca en España se limita a la representación de temas religiosos. Sólo el interés de la corte en obras de carácter profano y la influencia de las estampas flamencas permitirá el desarrollo de otros géneros.

Se impone el Realismo y el tenebrismo. El tratamiento de la luz se convierte en el objeto de estudio.

Las principales escuelas se centran en Madrid, Valencia y Sevilla.

ESCUELA MADRILEÑA


La presencia de artistas italianos deja una fuerte impronta entre los pintores madrileños de la época. Abordan la temática religiosa con bastante Realismo. Destaca Vicente Carducho, todavía inmerso en concepciones renacentistas; y Juan Bautista Maino, con influencias de Caravaggio y los Carracci.

ESCUELA VALENCIANA


Núcleo de contacto fundamental con Italia.

Francisco Ribalta


Adopta un estilo realista, con el que exalta la figura humana y sus miserias. Los santos que ocupan sus cuadros son modelos de la calle, a los que representa con todos sus defectos. La iluminación de sus cuadros se caracteriza por los fuertes contrastes.

José de Ribera


En Nápoles entra en contacto con la pintura de Caravaggio. Los martirios y los santos son los principales temas que abarca, como el Martirio de san Bartolomé. También realiza una serie de retratos de filósofos y escenas mitológicas, como La muerte de Adonis. El dominio del color y el estudio de la anatomía humana son sus grandes preocupaciones.

ESCUELA SEVILLANA


El monopolio del comercio con las Indias convierte a Sevilla en el principal mercado artístico de la Península.

Juan Roelas


Su estancia en Italia y su inclinación por las escenas religiosas de gran complejidad le sitúan entre los primeros tenebristas. De sus obras cabe citar el Martirio de San Andrés.

Francisco de Zurbarán


Su formación discurre en Sevilla, aunque pronto se interesa por el tenebrismo. Se convierte en el principal abastecedor de las órdenes religiosas. Realiza para el Monasterio de Guadalupe la serie de los jerónimos y la de los cartujos. La austeridad y simplicidad de sus formas responden a una visión cotidiana de la vida conventual. La sobriedad y el tratamiento de la luz son las claves que definen su estilo. En sus bodegones emplea una meditada ordenación de los objetos.

Alonso Cano


Se educó en Sevilla, pero pronto se trasladó a Madrid, donde entra en contacto con las colecciones reales, lo que le permite conocer a fondo la pintura veneciana. Así, su obra adquiere tintes más clásicos e idealizados, alejada del Realismo. Entre sus obras más importantes están La visitación y El milagro del pozo.

Diego Velázquez


Se forma en Sevilla, donde entra en el taller de Francisco Pacheco. En sus primeras obras revela su inquietud por abordar el Naturalismo tenebrista, como en La vieja friendo huevos o El aguador de Sevilla.

A principio de los años veinte se traslada a Madrid, donde trabaja para la Corte de Felipe IV y entra en contacto con las colecciones reales. Es considerado como uno de los grandes retratistas del momento. La llegada de Rubens a Madrid le pone en contacto con las formas flamencas y despierta su curiosidad por los asuntos de carácter mitológico, como El triunfo de Baco.

Hacia 1630 viaja a Italia, donde se empapa de los matices de la escuela veneciana, realizando La fragua de Vulcano y La túnica de José, obras que evidencian su preocupación por el tratamiento de la luz en relación con el espacio.

Ya en Madrid, Velázquez se consolida como retratista de la Corte, con obras como el retrato ecuestre del Conde Duque de Olivares. Demuestra gran habilidad para captar el lama de los personajes.

Realiza para el Buen Retiro La rendición de Breda. Su técnica se suaviza con el empleo de la perspectiva aérea.

A mediados de siglo, regresa a Italia, donde pinta el retrato de Inocencio X y los Jardines de la Villa Médici.

A su regreso pinta Las meninas y Las hilanderas, que manifiestan el manejo absoluto del pintor tanto en la técnica como en el tratamiento de la luz y la atmósfera. La influencia veneciana tiene su mayor exponente en la Venus del espejo.

3.2. SEGUNDA MITAD DEL Siglo XVII

La influencia de los modelos flamencos se traduce en complicadas composiciones de exceso cromático. Lejos de las escenas tenebristas del periodo anterior, la teatralidad y dinamismo de esta corriente alcanzan su máximo esplendor.

ESCUELA MADRILEÑA


Destacan Antonio Pereda, Francisco de Herrera, Juan Carreño y Miranda, y sobre todo Claudio Coello, cuyas obras para la corte están llenas de teatralidad, con gran habilidad para el dibujo.

ESCUELA SEVILLANA


Bartolomé Esteban Murillo


Sevillano de nacimiento, se forma dentro de las corrientes tenebristas, pero gracias a la relación que establece con los comerciantes italianos, su estilo gana libertad y soltura. En 1640 comienza a recibir encargos de los conventos y monasterios. Es en este momento cuando sus representaciones de la Virgen se imponen como modelo. Además sus cuadros de pícaros y mendigos presentan interés por su visión crítica de la sociedad. Obras suyas son la Sagrada Familia o la Inmaculada.

Juan Valdés Leal


Frente a las bellas e idealizadas escenas religiosas de Murillo, este ofrece una interpretación mucho más oscura y expresiva. La teatralidad y el colorido de sus cuadros ocultan su escasa preocupación por el dibujo. Obras suyas son Las tentaciones de San Jerónimo o los lienzos del Hospital de la Caridad de Sevilla.

3.3. Siglo XVIII

De las influencias ítalo-flamencas se pasa al gusto francés del recargamiento, el lujo y el Rococó, donde la corte se plaga de artistas extranjeros al servicio de la nueva dinastía, mientras que los autores nacionales inician un periodo de decadencia que solo amortiguará la figura de Goya.

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