31 Oct

14.5. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra


En el protectorado de Marruecos, el 17 de julio de 1936, se inicia un golpe de Estado dirigido, preparado y controlado por una serie de militares descontentos y con apoyo civil (alfonsinos, carlistas, fascistas…). Las tropas estaban formadas por el Ejército regular y las tropas marroquíes, dirigidas por el general Yagüe. El estratega y jefe de la operación fue el general Mola, que estaba en Pamplona y se puso de acuerdo con los requetés. El general Sanjurjo fue elegido para presidir el Directorio militar, pero falleció en un accidente aéreo. El general Franco se incorporó a la conspiración en el último momento y tras muchas dudas, después de sublevar Canarias. Después se trasladó a Marruecos y se puso al frente de la rebelión.Entre el 18 y 19 de julio se incorporaron a la sublevación Sevilla (Queipo de Llano) y Cádiz (imprescindible para desembarcar las tropas desde Marruecos, operación en la que ayudaron los barcos italianos de Mussolini). También quedaron sublevadas las islas (Goded en Baleares) y dos áreas: por un lado, ambas costas frente al estrecho de Gibraltar, y por otro, Galicia-Castilla y León-Navarra-Aragón (en Zaragoza se subleva Cavanellas). En Álava, gracias a los carlistas, hubo un masivo apoyo popular al golpe de Estado. La zona leal al Gobierno quedó también dividida en dos: la cornisa cantábrica por un lado, y Madrid, Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha, Málaga y Murcia por otro. La sublevación fracasó en la mayoría de las grandes ciudades y núcleos industriales. También se mantuvieron fieles al Gobierno la Guardia de Asalto, algunas unidades militares aisladas, la Guardia Civil y la mayor parte de la flota naval. La actitud de la UGT y la CNT en los lugares donde no pudieron obtener armamento fue decisiva para el triunfo de las fuerzas republicanas. El respaldo del PNV al Gobierno republicano fue concluyente en el País Vasco.El golpe de Estado fracasó, pero no fue parado totalmente, por lo que estalló la guerra, en la que se sucedieron varias etapas:
Guerra de columnas y la marcha hacia Madrid (julio-noviembre de 1936). Participaron diversas columnas militares de ambos bandos: del ejército regular en el caso de los sublevados, y de milicianos organizados de forma espontánea en el de los republicanos, respaldados por militares como Miaja y Rojo. Pero el Gobierno central y la Generalitat perdieron el control del orden público y la iniciativa militar durante varios meses. La toma de Madrid se convirtió en el objetivo primordial de los sublevados. Las columnas mandadas por Mola fueron detenidas al norte del Sistema Central por los milicianos. Franco y Yagüe tenían más posibilidades de entrar por el sur y, tras unirse a las tropas de Queipo de Llano en Sevilla, avanzaron a través de Extremadura. Tomaron Badajoz, Talavera y Toledo, y liberaron a la guarnición rebelde que se había hecho fuerte en su Alcázar. En el frente norte, la toma de Irún por las tropas del general Mola cortaba el acceso del ejército republicano del norte a la frontera con Francia; por otro, impedía la llegada de refuerzos por tierra. Poco después, San Sebastián se rindió.
Las batallas en torno a Madrid (noviembre de 1936-marzo de 1937). Hubo una inesperada resistencia de Madrid. El Gobierno, por su parte, se trasladó a Valencia. Los madrileños interpretaron este gesto como una huida. La resistencia fue dirigida a partir de ese momento por una improvisada Junta de Defensa presidida por Miaja y su estratega fue Rojo. Recibió armamento soviético y los primeros refuerzos extranjeros: los voluntarios de las Brigadas Internacionales. El ejército republicano rechazó un primer ataque frontal a la altura de Ciudad Universitaria y Franco decidió poner en marcha una operación para rodearla.Se sucedieron así tres batallas: la de la carretera de La Coruña para cortar comunicación de Madrid con la sierra; la del río Jarama, la primera batalla moderna en la que las tropas rebeldes atacaron la carretera de Valencia por el sur; y la de Guadalajara por el nordeste que terminó con una estrepitosa derrota de los rebeldes y sus aliados italianos. En el frente sur, lograron tomar Málaga, que representó, para el bando Republicano, el fracaso del modelo de guerra con milicias desorganizadas, defendido sobre todo por los anarquistas. Se hizo evidente la necesidad de crear un ejército disciplinado.
La campaña del norte (marzo de 1937-marzo de 1938). Franco decidió atacar el territorio republicano del norte. Esta zona estaba aislada, por lo que se atacó de manera aérea y naval. Además, la coordinación entre el gobierno vasco y el Ministerio de la Guerra era inexistente. El ejército de Franco ocupó Vizcaya. En abril de 1937 ocurrió el bombardeo de Guernica, llevado a cabo por pilotos nazis. En junio de 1937 cayó Bilbaó y las industrias pasaron prácticamente intactas a los rebeldes. El País Vasco se rindió a los italianos tras firmar el Pacto de Santoña (que Franco no cumplió) y después cayeron Santander y Asturias (agosto y octubre de 1937, respectivamente). El ejército de la República emprendió varias ofensivas para intentar detener o retrasar el avance franquista desde el norte de la Península pero solo lo logró parcialmente. Así ocurrió en Brunete (Madrid, julio de 1937) y más tarde en la de Belchite (Zaragoza, agosto de 1937). Finalmente, tras la batalla de Teruel (invierno de 1937-1938), que se libró a bajas temperaturas, los republicanos tomaron (solo durante un mes) esta ciudad.
La batalla del Ebro y la toma de Cataluña (marzo de 1938-febrero de 1939). Franco cambió de criterio y desplegó un ataque a lo largo del frente de Aragón con la intención de alcanzar el Mediterráneo y dividir la zona republicana. En abril de 1938 lo logró a la altura de Vinaroz (Castellón). El ejército franquista emprendió el camino de Valencia y ocupó Castellón. El Gobierno, entonces, se trasladó a Barcelona. Desde julio de 1938 el ejército republicano lanzó una furiosa ofensiva. Esta operación había sido diseñada por Rojo y autorizada por el presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, Negrín. La ofensiva, conocida como la batalla del Ebro, se prolongó hasta noviembre de 1938 y en ella se produjeron más de 100.000 bajas sumando las de los dos bandos. Tras la batalla del Ebro se llevó a cabo la conquista de Cataluña. En febrero de 1939, Barcelona cayó en manos de los sublevados. El Gobierno, la Generalitat y el presidente de la República cruzaron la frontera. Finalmente, entre febrero y abril de 1939, se desarrollaron los últimos episodios de la Guerra Civil. Negrín, que regresó de Francia, y el PCE propusieron una política de resistencia. Militares y políticos republicanos (el coronel Casado, Miaja, Besteiro y Cipriano Mera) buscaron una salida negociada al conflicto. Este grupo organizó un golpe de Estado en marzo de 1939, lo que provocó una breve guerra civil dentro del bando republicano. El coronel Casado y sus partidarios decidieron entregar a Franco toda la zona que aún estaba en manos de los republicanos. A cambio, estos no fueron ejecutados al terminar la guerra, a diferencia de otros políticos republicanos. La guerra terminó el 1 de abril de 1939.

Deja un comentario