12 Oct

Juno, violenta y vengativa, mujer de Júpiter, se suele representar con una diadema y un cetro, para indicar su posición de reina del Olimpo. Es la más importante de todas la divinidades olímpica femeninas, mujer y hermana de Júpiter, protectora del matrimonio y de los partos. Generalmente se representa a Argos dormido con apariencia de pastor con muchos ojos, apoyado en una roca o acostado junto a un árbol.
La tradición no se pone de acuerdo respecto al padre de Argos, considerado hijo de Agenor, Arestor o Ínaco. También se le llama Panoptes, el que todo lo ve, o Argos de los muchos ojos.La figura de Argos se recuerda principalmente en el ámbito de la historia que tiene por protagonista a Io, hija del dios fluvial Ínaco, amada por Júpiter y transformada por el dios en novilla para librarla de la ira de su mujer Juno. Dándose cuenta del engaño, la reina de los dioses pide a su marido que le regale la novilla y confía el animal a la custodia de Argos, quien, dotado de numerosos ojos, puede al mismo tiempo dormir y vigilar, haciéndoles reposar por turnos. Preocupado por la suerte de la amada, Júpiter solicita la ayuda de Mercurio, quien consigue dormir completamente a Argos con el sonido de su flauta y entonces lo mata.
Según otras versiones del mito, el dios duerme a Argos con su varilla divina (caduceo) y luego lo abate, golpeándole con una piedra. Para honrar a su servidor, Juno coloca sus ojos en la cola del pavo real, animal consagrado a la diosa.
Argos se representa mientras, observado por Mercurio, vigila a Io o mientras se adormece al sonido de la flauta; los pintores lo retratan a veces muerto, mientras Juno coloca sus ojos en la cola de los pavos reales con ayuda de amorcillos.
En el cuadro, las manchas coloradas en la cola de los pavos reales son los ojos de Argos que Juno ha colocado en la cola de los animales consagrados a ella en memoria del guardián de los cien ojos, encargado de custodiar a Io y al que Mercurio mata. El arco iris, entre el cielo y la tierra, es el atributo de Iris, mensajera de los dioses y al servicio de Juno, representada en el momento de arrancar los ojos de la cabeza de Argos. El pavo real es uno de los símbolos de Juno, aquí representada en el momento de tomar los ojos de Argos para colocarlos en la cola de los pavos reales. Argos yace exánime en tierra.


Habitualmente representado como joven de rara belleza, con la cabeza ceñida de luz, Apolo guía el carro del Sol, que atraviesa el cielo cada día arrastrado por cuatro caballos. El arco, la flecha, la aljaba, la lira y el laurel son los principales atributos del dios.
Apolo, hijo de Júpiter y Latona, hermano gemelo de Diana, es una de las doce divinidades olímpicas. Es el dios del sol y de la belleza, del orden moral, de los oráculos y profecías, así como de la música y la poesía. Todavía niño mató a la serpiente Pitón que devastaba la región en las cercanías de Delfos. El lugar se convirtió así en sede del santuario y del culto de Apolo, donde el dios comunica los oráculos a los dioses y a los hombres.
Apolo puede ser belicoso y funesto, provocando pestilencias y muertes repentinas. Es el dios que durante la guerra de Troya propagó la peste en el campamento griego. Pero, además de peligroso, también ayuda a los seres humanos y, como padre de Esculapio, dios de la medicina, aleja el mal. En fin, Apolo es el inventor de la música y alegra a los dioses con su cítara durante los convites. Como guía del coro de las Musas se le llama Musagete.
A Apolo se le representa generalmente desnudo, con una corona de laurel en torno a la cabeza. En calidad de músico viste una larga túnica y toca la lira. A veces acompaña a Apolo un monstruo de tres cabezas (de perro, de lobo y de león) con cuerpo de serpiente, figura mítica que proviene del dios egipcio Serapis, que los mitógrafos renacentistas atribuían al dios Sol.
A Dafne, ninfa amada de Apolo, se la suele representar en el instante en que se está cumpliendo su transformación en la planta del laurel.
Después de la muerte de la serpiente Pitón, Apolo encuentra a Amor ocupado en la construcción de su arco. Orgulloso por la empresa realizada, Apolo se burla del dios sugiriéndole que abandone el tiro con arco, disciplina más propia de sí mismo, infalible cazador, que del muchacho alado. En respuesta, Amor lanza contra Dafne, hija del dios fluvial Peneo, una de las flechas de plomo, que provocan el rechazo en quien es herido, mientras golpea a Apolo con una flecha de oro, que infunde el sentimiento amoroso en quien la recibe. Inmediatamente el dios sintió una violenta pasión por la hermosa ninfa y ella, lejos de corresponder a sus ternuras, huyó rápidamente y se ocultó de sus miradas. Enamorado de la muchacha, el dios la sigue incesantemente, hasta que ella invoca la ayuda del padre. De improviso, cuando Apolo estaba ya a punto de alcanzarla, la ninfa se convierte en laurel. Apolo sólo pudo estrechar entre sus brazos un tronco inanimado. De modo que Apolo, desesperado, decide que, puesto que la muchacha no podrá nunca ser su esposa, el laurel le sea consagrado.

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