22 Mar


  • 4.4.- Ramón Gómez de la Serna (1888-1963)

    Se le considera la gran figura de la vanguardia en España. Nacíó en Madrid, hijo de un ilustre jurista, y estudió Derecho, pero desde muy temprano se sintió atraído por el periodismo. Siempre se manifestó como un iconoclasta con respecto a las artes y tendencias culturales al uso y se mostró como un vanguardista de las vanguardias. Su obra se caracteriza por su arrolladora personalidad, hasta tal punto que creó un estilo conocido como el ramonismo , sinónimo de independencia, esteticismo y provocación. Es autor de más de cien libros de diferentes géneros, como novela, ensayo, cuento, teatro o artículo periodístico -del que fue maestro-. Practicó el madrileñismo , una ligazón especial con esta ciudad de la que le atraía su vida cultural y bohemia y que definíó como «Madrid es no tener nada y tenerlo todo».

    En 1915 Gómez de la Serna fundó la Tertulia sabatina del Café y Botillería de Pombo . El Café de Pombo, cerca de la Puerta del Sol, fue así uno de los sitios más célebres y concurridos del Madrid literario de la época. Ramón era quien llevaba la voz cantante en las reuniones. Era su hogar literario, donde podía exponer libremente sus teorías vanguardistas. Allí se daban cita Picasso, Pío Baroja, Azorín, Marañón y un largo etcétera de personalidades. También se celebraron banquetes pombianos en homenaje a escritores y artistas, como los dedicados a Picasso (1917), Ortega (1922) y Azorín (1927). En 1920 se instala en el café Pombo el famoso cuadro de José Gutiérrez Solana que inmortalizaría las tertulias ramonianas.

    Es también conocida su original faceta de conferenciante. Ramón viajaba con frecuencia por España y otros países pronunciando conferencias humorísticas con puesta en escena incluida: en una ocasión se vistió de torero, dio otra a lomos de un elefante (en el Cirque d’Hiver de París, en 1928), en un trapecio (en el Gran Circo Americano de Madrid, en 1923), con la cara pintada de negro (para presentar la película “El cantor de Jazz”, 

  • En 1929 Gómez de la Serna funda una tertulia en el café La consigne de París y es nombrado miembro de la Académie Française de l’humour .

    Se convierte también en el primer escritor radiofónico de España cuando, en 1930, la emisora Uníón Radio instala un micrófono en su despacho, gracias al cual se dirigirá cada noche a sus oyentes.

    Ideológicamente, Gómez de la Serna, que había profesado ideas libertarias en su juventud, se declaraba “al margen del honor y de la moral burguesa”. El estallido de la Guerra Civil le sorprendíó en Madrid y figura en la lista de fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, pero durante la contienda terminará decantándose por el bando franquista. Su casa madrileña fue saqueada, desapareciendo todas sus pertenencias. En Agosto de 1936, el escritor decide viajar a Buenos Aires, junto con su compañera Luisa Sofovich, escritora Argentina hija de padres rusos a quien había conocido en 1931 y con quien se casaría en 1961, dos años antes de la muerte del escritor en Buenos Aires (Anteriormente Gómez de la Serna había estado unido sentimentalmente a la periodista y escritora feminista Carmen de Burgos, -cuyo seudónimo literario era Colombine -, 21 años mayor que él, fallecida en 1932). La pareja no regresaría a España más que un breve periodo de tiempo en 1949, en viaje organizado por la Dirección General de Propaganda. En 1959, el Gobierno español otorga a Gómez de la Serna la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. Los restos del escritor reposan en la Sacramental de San Justo de Madrid.

    De su numerosa bibliografía, las obras más importantes son: «El Incongruente» -su novela predilecta-, «El Gran Hotel», «La Hiperestésica», «El Torero de Caracho». En «Los Muertos, las Muertas y otras Fantasmagorías» se recopilan consideraciones, construidas enteramente alrededor del tema de la muerte, ilustradas por toda una antología de epitafios, algunos de ellos sumamente curiosos y originales. Otra de sus obras más populares la constituye la serie «Las Falsas Novelas», colección que incluye la rusa, la China, la tártara, la negra, la alemana, la norteamericana: «pastisches» psicológicos escritos en el estilo peculiar de Ramón. Hay que mencionar además: «Ramonismo», «El Doctor Inverosímil», «El Chalet de las Rosas», «El Circo», «La Malicia de las Acacias», «El dueño del átomo», «La Mujer de ámbar», «El caballero del bongo gris» (calificada por su autor de «folletín moderno»), «Efigies», «Cinelandia», «La Saturada», «El Hijo del Relojero», «Gollerías», «El Novelista», «El Cubismo y todos los ismos», «El Secreto del Acueducto», «La Quinta de Palmira», «Viernes Santo», «Elucidario de Madrid», «La Nardo», «Policéfalo y señora», «Los medios seres» (obra de teatro), «Las escaleras», «¡Rebeca!», «El Cólera Azul», «Ismos», «Nuevos Retratos Contemporáneos», «Trampantojos», «Cuentos para los días de no salir de casa», «Explicación de Buenos Aires» y su célebre autobiografía «Automoribundia». Tiene también estudios sobre pintores, como Velázquez, El Greco, Juan Griss o Goya, y biografías de escritores (Quevedo, Lope, Valle-Inclán, Poe).

    A Ramón Gómez de la Serna no se le puede incluir dentro de ningún movimiento concreto sino que toma rasgos del Cubismo, del Futurismo, del dadaísmo y del Surrealismo. Su pensamiento artístico parte de la idea de que el mundo es un absurdo, un circo ridículo que sólo puede describirse en términos de humor, en muchas ocasiones con un toque de amargura. Veamos algunos caracteres que definen el ramonismo :

    – Comparte con los movimientos de vanguardia la antipatía por la interpretación tradicional de la realidad; por tanto, en su obra adivinamos constantemente el deseo de romper con el arte anterior.

    – Observa la realidad desde puntos de vista no habituales; de esa forma trata de provocar la sorpresa en el lector.

    – Elimina de sus obras el sentimentalismo. Las herramientas para conseguirlo serán el humor y la exaltación de los aspectos más divertidos de la vida.

    – Mucho antes de que apareciera el Surrealismo, practica el irracionalismo poético (asociación insólita de intuiciones, metáforas “delirantes”, etc.)

    La principal aportación de Gómez de la Serna es la gregueríaun género literario nuevo (empieza a utilizarlo hacia 1910) al que el autor definíó con una igualdad matemática: Greguería=Humor+Metáfora. Se trata de apuntes breves que encierran una pirueta conceptual o una metáfora insólita. Además de ser objeto de múltiples ediciones específicas (16 ediciones en vida del autor, entre 1914 y 1962), las greguerías están presentes en toda la obra periodística y literaria de Gómez de la Serna.

    Ricardo Senabre las ha clasificado en cuatro grupos:

    •  Basadas en una falsa etimología: “Bisabuelo parece querer decir una pareja de abuelos”

    •  Basadas en una paronomasia: “Cuando contamos por lustros nuestra edad es que queremos dar lustre a nuestros años»

    •  Basadas en la parodia de frases hechas: “¿De cuerpo presente? No. De cuerpo pretérito”

    •  Basadas en una dilogía: “El defecto de las enciclopedias es que padecen apendicitis”.

    El autor explica así la gestación y el nombre de este género original, en el prólogo a la edición de las Greguerías de 1960:

    “Desde 1910 –hace cincuenta años– me dedico a la greguería, que nacíó aquel día de escepticismo y cansancio en que cogí todos los ingredientes de mi laboratorio, frasco por frasco, y los mezclé, surgiendo de su precipitado, depuración y disolución radical, la greguería. Desde entonces, la greguería es para mí la flor de todo lo que queda, lo que vive, lo que resiste más al descreimiento. La greguería ha sido perseguida, denigrada, y yo he llorado y reído por eso entremezcladamente, porque eso me ha dado pena y me ha hecho gracia. Cuando se publicaron por primera vez en los periódicos, muchos lectores se daban de baja. «¡Cámbielas de nombre¡», me decía el director; pero yo me negué terminantemente.

    Las cosas apelmazadas y trascendentales deben desaparecer, incluso la máxima, dura como una piedra, dura como los antiguos rencores contra la vida.

    El encuentro con la greguería fue lo que me trajo la suerte. Gracias a las Greguerías he vivido, he conferenciado, he viajado, he tenido contraseña universal.

    En realidad, me dedico a la greguería desde mi niñez, y al ama de cría ya le lanzaba greguerías.

    Es lo único que no improviso nunca. Me las concede esa adolescencia de la vida que es pareja de nuestra adolescencia o de nuestra vejez…

    Tienen que ser lentas y naturales. Son una gota de los siglos que atraviesa mi cráneo.

    Se puede improvisar una novela, pero no una greguería.

    ¿Que por qué se llaman Greguerías ?

    Al encontrar el género me di cuenta de que había que buscar una palabra que no fuese reflexiva ni demasiado usada, para bautizarle bien.

    Entonces metí la mano en el gran bombo de las palabras, y al azar, que debe ser el bautizador de los mejores hallazgos, saqué una bola…

    Era «greguería», aún en singular; pero yo planté esa bolita y tuve un jardín de greguerías.

    Me quedé con la palabra por lo eufónica y por los secretos que tiene en su sexo.

    Greguería, algarabía, gritería confusa. (En los anteriores diccionarios significaba el griterío de los cerditos cuando van detrás de su mamá.)

    Lo que gritan los seres confusamente desde su inconsciencia, lo que gritan las cosas…”.


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