17 Jun

. Las primeras tienen un objetivo puntual, coyuntural y en muchas ocasiones anecdótico. Se trata de buscar información de actualidad que pueda ser plasmado en titulares, si bien existen excepciones como los reportajes que fundamentan el hilo de la noticia con entrevistas de larga duración. Pero el periodismo tiende a convertir al individuo per se en noticia, en tanto que la entrevista de investigación social adquiere relevancia al permitir la construcción del sentido social de una conducta o de un acontecimiento, esto es, desde un punto de vista más estructural. No son pocos los casos en que la práctica periodística ha producido interferencias en la propia de la investigación social: informantes que han sido objeto de entrevista por parte de profesionales del periodismo se han negado rotundamente a ser entrevistados por investigadores sociales después de haber sido objeto de un uso inapropiado de la información ofrecida a los primeros a través de los medios de comunicación. De este modo, al investigador le queda la tarea de convencer a los observados de la garantía de anonimato otorgada por el código deontológico del investigador social. Y el éxito de este proceso guarda una relación inversamente proporcional al daño infringido previamente al in formante.
Las entrevistas de selección de personal tienen como objetivo la evaluación de los candidatos. A través de los discursos elaborados por éstos, el profesional consigue un conocimiento privado capaz de estructurar una acción individual (la elección o descarte del candidato). De nuevo, el proceso es inverso al establecido en el marco de la investigación social cualitativa. Las entrevistas terapéuticas o clínicas carecen de estructuración, dejando al paciente que, a partir de su historia personal, reconstruya la trayectoria que le ha llevado hasta la situación que se va a analizar (adicciones, delincuencia, etc.). Por medio de ellas se obtienen saberes privados, aunque con el único objetivo de profundizar en la personalidad del paciente. Merecen mención aparte las entrevistas realizadas por otros profesionales de los servicios de salud y las denominadas «de asesoramiento», que van a cumplir un papel determinante en el ámbito de actuación del trabajador social y que veremos más adelante.//

Para ahondar en la especificidad de la entrevista en profundidad conviene recordar su similitud con el acto de confesión de la tradición católica, reflejada por Jesús Ibáñez con objeto de dar a esta técnica una perspectiva histórica que además se materializa en otro tipo de confidencias cotidianas: «La confesión se transforma en técnica de investigación social en forma de entrevista en profundidad»


 En el acto de investigación se estimula la confesión del entrevistado, que, frente a un extraño en posición de confesor (dominante), puede, en algunos casos y para sorpresa de muchos, llegar a hacer confidencias de prácticas cotidianas en completa contradicción con aquello que está legitimado por la norma social, aunque, en muchas otras ocasiones, se niegue a verbalizar dichas prácticas o a hacer una confesión parcial de las mismas. En el ámbito del Trabajo Social, esta renuencia se puede agudizar cuando se produzcan situaciones como aquellas en las que el profesional, por ejemplo, tenga la responsabilidad de hacer un seguimiento del conipor tamiento de un adolescente. En este caso, sólo el compromiso de que la confesión de ciertos actos o sentimientos no serán utilizados en contra del entrevistado po dría facilitar un cierto grado de sinceridad, si bien esto podría desencadenar en el profesional ciertos dilemas éticos que, al menos, tendría que dejar de lado circuns tancialmente.
El investigador habrá de lidiar con esta tensión entre normas a la hora de abrir ¡as puertas al entrevistado para que lleve a cabo la confesión o, en su defecto, para poder detectar las estrategias utilizadas por los entrevistados cuando «maquillan» su imagen ante el observador. «En la entrevista, cuando se realiza una confesión, es porque es la reivindicación de una norma que se cree aceptable o el reconocimiento de una norma que se acepta en la práctica. Es decir, es una confesión aceptable que se considera que va a ser aceptada por el observador. De aquí que se aconseje al entrevistador una actitud abierta dispuesta a aceptar toda manifestación de la persona entrevistada» .
Mediante la entrevista cualitativa, el investigador consigue que los observados hablen de lo que creen que son y hacen, y en esa medida se encuentran en ese punto en el que reconstruyen el sistema de representaciones sociales en su quehacer cotidiano. L. E. Alonso destaca que en dicho punto reside la complementariedad de las entrevistas con respecto a los grupos de discusión, dado que en estos últimos sólo se obtienen representaciones de carácter colectivo y no individual

También podemos hablar de complementariedad con respecto a la práctica de la observación participante. Es cierto que muchos han considerado la entrevista como una práctica enmarcada dentro del propio proceso de observación participante. Los estudios de B. Malinowski se convierten en referencia obligada cuando se quiere ahondar en este punto y se recuerdan sus notas de investigación en las que registraba las entrevistas de distinto orden que había mantenido durante el trabajo de campo. Pero la entrevista en proftindidad tiene entidad en sí misma.


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